Menos enfermedades

La mayoría de las enfermedades de las plantas se producen por contagio. El Ozono destruye todos los microorganismos tanto por acción directa en el agua, como por la cantidad de oxígeno que desprende.

El Ozono es el único antiséptico completo (virus, bacterias, priones, hongos, levaduras, esporas, protozoos…), que destruye fácilmente los gérmenes patógenos como el E.coli y la Salmonela del ambiente, impidiendo la aparición de mohos y otros hongos.

El Ozono realiza su trabajo de desinfección por contacto; esto es extremadamente importante, pues no crea ningún tipo de resistencia en los patógenos, evitando por lo tanto el tener que variar dosis o forma de aplicación para controlar las generaciones futuras de gérmenes.

Los microorganismos no pueden desarrollar inmunidad al ozono, ya que éste oxida su pared celular, rompiéndola y atacando directamente los constituyentes de los ácidos nucleicos (ADN y ARN).

Efecto bactericida.

Una de las ventajas más importantes del ozono con respecto a otros bactericidas es que su efecto se pone de manifiesto a bajas concentraciones (0,01 p.p.m. o menos). Incluso con periodos de exposición muy cortos, un efecto bacteriostático ya resulta perfectamente observable.

La diferencia entre un efecto bactericida y un efecto bacteriostático reside en que un agente bactericida es capaz de matar a las bacterias y sin embargo, un agente bacteriostático no llega a matarlas pero si les impide reproducirse, frenando rápidamente el crecimiento de sus poblaciones.

Aunque teóricamente sean efectos muy distintos, en la práctica una población de bacterias sin capacidad de reproducción es una población condenada a su desaparición. De hecho, agentes antimicrobianos tan importantes como algunos antibióticos basan su poder en una acción bacteriostática.

Efecto esporicida.

Existen algunos hongos y bacterias que cuando las condiciones son adversas para su desarrollo, fabrican una gruesa envoltura alrededor de ellas y paralizan su actividad metabólica, permaneciendo en estado de latencia. Cuando las condiciones para su supervivencia vuelven a ser favorables, su metabolismo recupera la actividad.

Estas formas de resistencia se conocen como esporas y son típicas de bacterias tan patógenas como las que provocan el tétanos, la gangrena, el botulismo ó el ántrax.

Este tipo de mecanismo de resistencia hace muy difícil luchar contra ellas y tratamientos útiles en otros casos como las altas temperaturas y multitud de antimicrobianos, se vuelven ineficaces en estos casos. Con la ozonización son eliminados radicalmente.

Efecto viricida.

Los virus, hoy considerados frontera entre los seres vivos y la materia inerte, no son capaces de vivir ni de reproducirse si no es parasitando células a las que finalmente destruyen. A diferencia de las bacterias, los virus siempre son nocivos y provocan enfermedades tan comunes como son la gripe, el catarro, el sarampión, la viruela, la varicela, la rubéola, poliomelitis, hepatitis, etc.

El ozono actúa sobre los virus oxidando las proteínas de su envoltura y modificando así su estructura tridimensional. Al ocurrir esto, el virus no puede unirse a ninguna célula hospedadora, resultando inhibido. Sin reconocer su punto de anclaje y al encontrarse desprotegido, no puede reproducirse y muere.

Efecto protozoicida.

Algunos de los microorganismos, como la Giardia lamblia o el más infame Cryptosporidium, causante de la mayoría de las diarreas contraidas el día en que se visita una piscina, habitan prácticamente en todas las aguas que no dispongan de tratamiento por Ozono. Incluso ha llegado a infectar a miles de usuarios de agua de red pública de grandes núcleos urbanos. Podemos considerar al Ozono como el único desinfectante válido para su eliminación.

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